Era solo un hombre, dos brazos, dos piernas, dos ojos,
una cabeza, a simple vista nada lo distinguía de el
resto de los hombres que caminaban por la tierra que
le vio nacer. Solo un hombre y nada mas, y como hombre
solo se encontraba. La soledad sin embargo no era ninguna extraña para el,
le resultaba tan familiar como la visión del sol en el
cielo cada día, "la visión del sol en el cielo" pensó
mirando a su alrededor, se encontraba solo y recién
caía en cuenta que se encontraba a oscuras, y no era
el tipo de oscuridad donde te acercas la mano a los
ojos y puedes verla apenas a unos centímetros de tu
rostro si no una oscuridad profunda, donde su mano
podía golpear de lleno su rostro sin que el siquiera
se enterase que esta venia hacia el. La visión del sol,
la seguridad de la luz reafirmada por una vida de
convivir con ella todos los días a cada instante,
que inconcebible resulta una existencia sin luz para
alguien que nunca se había visto sumergido en la
oscuridad. Como era de esperarse de cualquier persona que se ve
privada de algo tan elemental, de algo sin lo cual la
idea de la vida que le espera resulta un pensamiento
incomodo, perturbador e incluso aterrador el hombre
comenzó a añorar lo perdido. Comenzó a pensar en la
luz, algo tan abstraído que no tiene forma pero de lo
que vemos evidencias de su existencia en el acto mismo
de ver ¿Ver? Era la idea que cruzaba por su cabeza en
ese momento, no tenia idea de que era este espacio
donde se encontraba, todo lo que sabia era que había
despertado ahí, estaba a oscuras y hasta donde el sabia
estaba solo, no tuvo que pasar mucho tiempo para que
comenzara a perder paulatinamente la noción de su propio
cuerpo y es que somos criaturas sumamente visuales,
tenemos 5 sentidos y podemos no escuchar, no oler, no
sentir ni saborear sin que nuestra realidad se vea
amenazada, pero en el momento en que no podemos ver
nuestro modelo de realidad se desmorona como un terrón,
como la tierra mas seca y árida, se desvanece entre
nuestras manos ¿Y que pasa si lo que no podemos ver
es a nosotros mismos? Ante la sensación de despersonalización, esa
desesperante sensación de la distancia que se crea
entre la mente y el cuerpo cuando la mente desacredita
su existencia ante la ausencia de una evidencia
contundente de tal, el hombre comenzó a gritar; dadme luz,
dejadme ver que es este lugar donde he despertado! ¿Que
juego es este? Dadme luz!! Repetía y repetía en la
oscuridad, hasta que sus gritos se convirtieron en sollozos
y finalmente estos terminaron cediendo ante un llanto mudo,
el carácter silencioso de su desesperación no significaba
en absoluto que se encontrara mas tranquilo, no es mas
que otro de los efectos de la oscuridad cuando no vemos
donde estamos, ni a donde vamos ni que tanto avanzamos el
cansancio es mucho mas eficiente en el acto de mermar
nuestro espíritu. Entonces sumido en su llanto silencioso el hombre comenzó
a desear una luz, cualquier clase de luz, fuera el sol,
fuera un foco, una vela o una luciérnaga cualquier luz le
seria suficiente, si tan solo le alcanzara para ver aunque
fuese la punta de su nariz o las palmas de sus manos; una
luz dadme una luz, dadme un luz... Repetía como rogándole
a la oscuridad y al silencio. Sin embargo en un instante a
la distancia justo frente a el, pero a una distancia que
le era imposible calcular, vislumbro un punto luminoso,
una luz blanca pero con tintes amarillentos, lo que el
pensaba que era una bombilla vieja de esas que solía ocupar
para alumbrar la habitación, entusiasmado comenzó a caminar
hacia el punto luminoso, no estaba flotando, tampoco podía
sentir el piso en si, sin embargo caminaba, movía sus
piernas y su cuerpo avanzaba en la dirección que el quería,
hacia la luz, hacia su salvación. Camino por los que
parecieron horas, y la luz no parecía moverse, estaba en el
mismo lugar, pero el estaba seguro de estar avanzando y no
se fiaba de su propia percepción así que decidió seguir
caminando, cada vez mas y mas y mas rápido de repente
estaba corriendo, corría como si su existe si fuese correr,
como si supiera que la luz esta a unos cuantos metros mas,
como si nada mas importara, hasta que por algún motivo
tropezó y el suelo que no había podido sentir se había
convertido en una laguna en la oscuridad, era agua en efecto,
agua en la que al caer había sumergido sus manos y rodillas
agua estática, inmóvil, estancada de apariencia solida como
el mármol, como un espejo, en su superficie pudo ver la luz
reflejada, a la que había tratado de llegar en esta carrera
en la oscuridad la veía como si estuviera de hecho a los pies
de dicha luz, entonces sin sentir su cuerpo, se levanto de
súbito como para mirarse a si mismo bajo la luz, pero lo que
veía no era la fuente de la luz, si no su reflejo, el reflejo
de la luz en esa laguna en medio del vacío de la oscuridad,
fue entonces cuando una idea escalofriante cruzo su cabeza
llevándose consigo todo rastro de humanidad, confinando al
hombre a su nueva existencia para siempre;
Yo soy la luz.