junio 19, 2012

El creador

Era solo un hombre, dos brazos, dos piernas, dos ojos, 
una cabeza, a simple vista nada lo distinguía de el 
resto de los hombres que caminaban por la tierra que 
le vio nacer. Solo un hombre y nada mas, y como hombre 
solo se encontraba.
 
La soledad sin embargo no era ninguna extraña para el, 
le resultaba tan familiar como la visión del sol en el 
cielo cada día, "la visión del sol en el cielo" pensó 
mirando a su alrededor, se encontraba solo y recién 
caía en cuenta que se encontraba a oscuras, y no era 
el tipo de oscuridad donde te acercas la mano a los 
ojos y puedes verla apenas a unos centímetros de tu 
rostro si no una oscuridad profunda, donde su mano 
podía golpear de lleno su rostro sin que el siquiera 
se enterase que esta venia hacia el. La visión del sol, 
la seguridad de la luz reafirmada por una vida de 
convivir con ella todos los días a cada instante, 
que inconcebible resulta una existencia sin luz para 
alguien que nunca se había visto sumergido en la 
oscuridad.
 
Como era de esperarse de cualquier persona que se ve 
privada de algo tan elemental, de algo sin lo cual la 
idea de la vida que le espera resulta un pensamiento 
incomodo, perturbador e incluso aterrador el hombre 
comenzó a añorar lo perdido. Comenzó a pensar en la 
luz, algo tan abstraído que no tiene forma pero de lo 
que vemos evidencias de su existencia en el acto mismo 
de ver ¿Ver? Era la idea que cruzaba por su cabeza en 
ese momento, no tenia idea de que era este espacio 
donde se encontraba, todo lo que sabia era que había 
despertado ahí, estaba a oscuras y hasta donde el sabia 
estaba solo, no tuvo que pasar mucho tiempo para que 
comenzara a perder paulatinamente la noción de su propio 
cuerpo y es que somos criaturas sumamente visuales, 
tenemos 5 sentidos y podemos no escuchar, no oler, no 
sentir ni saborear sin que nuestra realidad se vea 
amenazada, pero en el momento en que no podemos ver 
nuestro modelo de realidad se desmorona como un terrón, 
como la tierra mas seca y árida, se desvanece entre 
nuestras manos ¿Y que pasa si lo que no podemos ver 
es a nosotros mismos?
 
Ante la sensación de despersonalización, esa 
desesperante sensación de la distancia que se crea 
entre la mente y el cuerpo cuando la mente desacredita 
su existencia ante la ausencia de una evidencia 
contundente de tal, el hombre comenzó a gritar; dadme luz, 
dejadme ver que es este lugar donde he despertado! ¿Que 
juego es este? Dadme luz!! Repetía y repetía en la 
oscuridad, hasta que sus gritos se convirtieron en sollozos 
y finalmente estos terminaron cediendo ante un llanto mudo, 
el carácter silencioso de su desesperación no significaba 
en absoluto que se encontrara mas tranquilo, no es mas 
que otro de los efectos de la oscuridad cuando no vemos 
donde estamos, ni a donde vamos ni que tanto avanzamos el 
cansancio es mucho mas eficiente en el acto de mermar 
nuestro espíritu. 
 
Entonces sumido en su llanto silencioso el hombre comenzó 
a desear una luz, cualquier clase de luz, fuera el sol, 
fuera un foco, una vela o una luciérnaga cualquier luz le 
seria suficiente, si tan solo le alcanzara para ver aunque 
fuese la punta de su nariz o las palmas de sus manos; una 
luz dadme una luz, dadme un luz... Repetía como rogándole 
a la oscuridad y al silencio. Sin embargo en un instante a 
la distancia justo frente a el, pero a una distancia que 
le era imposible calcular, vislumbro un punto luminoso, 
una luz blanca pero con tintes amarillentos, lo que el 
pensaba que era una bombilla vieja de esas que solía ocupar 
para alumbrar la habitación, entusiasmado comenzó a caminar 
hacia el punto luminoso, no estaba flotando, tampoco podía 
sentir el piso en si, sin embargo caminaba, movía sus 
piernas y su cuerpo avanzaba en la dirección que el quería, 
hacia la luz, hacia su salvación. Camino por los que 
parecieron horas, y la luz no parecía moverse, estaba en el 
mismo lugar, pero el estaba seguro de estar avanzando y no 
se fiaba de su propia percepción así que decidió seguir 
caminando, cada vez mas y mas y mas rápido de repente 
estaba corriendo, corría como si su existe si fuese correr, 
como si supiera que la luz esta a unos cuantos metros mas, 
como si nada mas importara, hasta que por algún motivo 
tropezó y el suelo que no había podido sentir se había 
convertido en una laguna en la oscuridad, era agua en efecto, 
agua en la que al caer había sumergido sus manos y rodillas 
agua estática, inmóvil, estancada de apariencia solida como 
el mármol, como un espejo, en su superficie pudo ver la luz 
reflejada, a la que había tratado de llegar en esta carrera 
en la oscuridad la veía como si estuviera de hecho a los pies 
de dicha luz, entonces sin sentir su cuerpo, se levanto de 
súbito como para mirarse a si mismo bajo la luz, pero lo que 
veía no era la fuente de la luz, si no su reflejo, el reflejo 
de la luz en esa laguna en medio del vacío de la oscuridad, 
fue entonces cuando una idea escalofriante cruzo su cabeza 
llevándose consigo todo rastro de humanidad, confinando al 
hombre a su nueva existencia para siempre;
 
Yo soy la luz.