julio 14, 2013

En el pozo

- Claro que resiento mi soledad, y cada dia se vuelve mas pesada, es una sensacion tensa, esteril , parecida a la tristeza, si es que puede disociarse una de la otra, es como estar cayendo sin saber hacia donde, sin saber de donde has caido, se te olvida si realmente has caido de algun lugar siquiera o si nunca tuviste realmente una superficie de donde caer, pasa tanto tiempo que eventualmente aceptas la caida, aceptas que no vas a sobrevivir, que en cuanto toques el suelo tu cabeza va a reventar como un melon, sin embargo pasas tanto tiempo sin llegar al suelo, meses ¡Años! que entonces aceptas que tu vida de hecho no es otra cosa que la caida misma.

- ¿y por que no le llamas entonces?

- por que no hace ninguna diferencia, estar rodeado de personas, estar acompañado de personas no sirve cuando no puedo tocarlos, no puedo, no puedo tomar sus manos para dejar de caer, no puedo establecer un contacto con el mundo real, establecer un contacto con las personas, es como ser un maldito fantasma.

- ¿no crees que esto de ser un fantasma es un poco como inmadurez de tu parte? ¿ como si tu mente se hubiera quedado atrapada en la adolescencia? a pesar de que tu cuerpo es definitivamente el de un adulto.

- ¿no crees que no lo he pensado? que toda esta verborrea no es mas que un producto de mi eterna inmadures, que la habilidad de establecer conexiones con otros seres humanos es algo que tenia que haber aprendido en algun punto de mi vida que por alguna razon no pude aprender cuando supestamente debi haberlo hecho, sin embargo ¿ que diferencia hace si es por esto o por aquello? no importa cual haya sido el proceso que me trajo aqui, no importan las causas, no tiene caso preguntarse el por que, el asunto es que el resultado es este, el resultado soy yo, esto es lo que soy y ese es el problema. dime tu ¿que puedo hacer al respecto? ¿como puedo dejar de ser un fantasma en este punto de mi vida? ¿como puedo cambiar lo que no he sido? ¿como puedo aprender ahora las coas que no aprendi entonces?

- sabes perfectamente que yo no puedo darte las respuestas que buscas.

- no se nisiquiera que carajos eres, no se nisiquiera que carajos soy yo.

- bueno, eso en realidad es sencillo, simplemente somos.

- esa es de hecho la respuesta menos sencilla que pudiste haberme dado.

- ¿que quieres ser entonces?

- aire, creo.

enero 18, 2013

La pausa

Esta es una de esas historias que pueden parecer un tanto difíciles de leer, en parte por que este servidor es uno de esos escritores amateur que difícilmente se llamaría a si mismo escritor, al menos en ese sentido "artístico" de la palabra y en parte por que tampoco tiene una idea muy clara de la historia que pretende contar, esta mas bien podría ser una historia acerca de la construcción misma de las historias, cosa que podría extenderse (o no) a la construcción de todas las cosas que pretendan ser construidas.
 
En fin, este relato comienza con un pobre diablo sentado en el suelo de un vagón de metro rumbo a su escuela. Todos los días se levanta con cierta dificultad, con la misma que viste sus ropas e incluso algunas veces toma una ducha, para salir de casa y cruzar la ciudad de norte a sur, es probable que cuando les hablo de cruzar la ciudad todos los días venga a ustedes esa sensación de desagrado intenso propia de cuando una idea nos resulta repulsiva, y si, es mas o menos la sensación que nuestro amigo en ese vagón siente mas o menos todos los días, si a eso le sumamos el desencanto que ha aprendido a sentir hacia sus decisiones profesionales, tenemos, en efecto, un ser humano sumamente marchito.
 
Y de repente como si estuviese consciente de que este relato habla de el, se levanta del suelo, en cuanto el vagón abre las puertas en la siguiente estación y sale de ahí como si hubiese olvidado algo ahí fuera, cosa que no podría ser, dado que esta estación en particular se encuentra a una distancia considerable de su hogar y se encuentra en una zona de la ciudad donde el nunca había tenido el tino de transitar. Es tal vez eso, lo que el necesitaba en ese momento, estar en un lugar donde nunca antes había estado, es lo que sucede cuando vivimos entrampados en la rutina, sobre todo cuando esta rutina no nos aporta satisfacción alguna, nuestras almas comienzan a clamar por ese "algo" distinto a todo lo que conocemos, por ese escape que rompa de un instante el maldito ciclo que nos encadena. Una vez estando fuera del vagón mira a su alrededor, los andenes completamente vacíos en ambos lados de las vías, en toda la estación parece no haber otra alma mas que la suya propia como si el universo hubiera decidido detenerse para el, para darle ese instante en esa estación para respirar y con la calma que inhalara en ese respiro decidiera entonces que debía proceder en esta pequeña escapada de su cotidianidad, y así lo hizo, respiro, miro a su alrededor y se quedo completamente inmóvil por un par de minutos, hasta que de repente su momento se vio interrumpido por el sonido de un nuevo tren que venia llegando a la estación, el giro hacia las vías de manera que cuando el vagón se detuvo las puertas abrieron justo frente a el, era como si ese mismo universo que se detuvo para darle ese respiro hubiera vuelto a toda marcha a recordarle que de hecho este mundo, esta realidad no se detiene para nadie y esas puertas abiertas frente a el estuvieran ahí diciéndole, puedes subir y puedes marchar con el resto, o puedes no hacerlo, pero ten por seguro que marcharemos sin ti, y esta terrible idea de quedarse atrás fue como una brisa violenta que lo empujaba de vuelta dentro del vagón, y con la cabeza gacha a pasos pequeños, comenzó a reingresar a ese vagón, a retomar su rutina después de esa pequeña pausa, pero justo cuando ese infame pitido anunciaba que el tren estaba a punto de reanudar su marcha fue el asco y el fastidio producidos por lo que el sabia que había dentro de ese vagón los que se impusieron, sobre el miedo y la incertidumbre que producía el no saber nada acerca de l que pudiera existir fuera de su rutina, así que retrocedió y dejo que las puertas se cerraran para luego ver al vagón desaparecer junto con las certezas de la rutina, en la oscuridad de ese túnel.
 
Había decidido plantarle cara al mundo y su implacable girar que no tiene consideración de nadie.
 
Ustedes sigan siendo el fantasma de la maquina ¡pero este día es mío!

Fin

enero 14, 2013

Ajuste de cuentas

¿Sabes que los unicornios existen en verdad? Y de hecho no habitan lejos de aquí, están allá en un bosque en las afueras de la ciudad. Disparates ¿Dices? Ciertamente yo diría lo mismo ante tan descabellada declaración. Si no fuera por el pequeño detalle, amigo mío, de que he sido yo quien ha visto a los unicornios con mis propios ojos.
Suelo salir al bosque con cierta frecuencia, por aquello de que odio pasar demasiado tiempo en la ciudad, la escuela, el trabajo, las personas, toda esta vida moderna me resulta tan desgastante, que alejarme de todo de vez en cuando se ha convertido en una necesidad casi fisiológica.
En fin, no hace mucho en una de mis escapadas de la ciudad estaba en aquel bosque al norte de aquí, caminaba por uno de sus senderos de esos que están bien definidos por donde suele caminar la mayoría de la gente, era un día lindo, el clima no era demasíado caluroso ni demasíado frío, sin embargo había algo extraño en el ambiente ¿Sabes? Como si toda la escena estuviera siendo presentada en mis ojos con alguna especie de filtro grisáceo o sepia, y no solo eso si no que había algo en el aire, como si en esta región del bosque se hubiera vuelto lento, pegajoso, como si al viento le costara trabajo pasar por ahí. Arboles grises y un aire que daba la sensación de estar estancado, me hicieron sentir alguna extraña curiosidad, la sensación que causaba este sitio era inquietante, era casi como si el bosque estuviera triste, salí del sendero y comencé a adentrarme entre los arboles y la maleza, y entre mas avanzaba, entre mas profundo me perdía entre la vegetación, la sensación se iba haciendo mas y mas palpable, era prácticamente como si los arboles, el aire, la tierra, como si la realidad misma estuviera llorando en este lugar, como si acabasen de ser testigos de la tragedia mas grande que hubiera sucedido jamás.
Llegue a un punto done la sensación de la que te estoy hablando se volvió sumamente difícil de tolerar, en ese momento quise desesperadamente salir de ese lugar, quise volver mis pasos, quise mi ciudad, quise mi vida de la que estaba tan fastidiado apenas un par de horas atrás, sin embargo no tenía idea de como salir de este lugar en donde parecía plagado de tristeza, de muerte.
¿Muerte? ¿Podría ser que en efecto lo que inundaba este lugar era de hecho la muerte?
Y fue entonces cuando los vi eran 3 cuerpos blancos tumbados a los pies de un árbol, la visión provocaba una asquerosa mezcla entre asombro, tristeza y horror, al principio mi mente se negó a creer que fuera otra cosa mas allá de un pequeño grupo de caballos cualquiera, sin embargo ¿Conoces esa sensación de cuando vez algo que bien pudiera ser algo familiar, mas simplemente no puedes dar por hecho que se trata de algo que ya conocías? No se, algo sencillamente no encajaba, tal vez era ese tono tan blanco en sus pelajes, no se trataba de un blanco normal, era un blanco reservado para los sueños de las personas, era un blanco imponente, era limpio, tenía un majestuoso fulgor, casi como si brillara con una luz propia que emanaba de la piel, era este blanco lo que hacia que el contraste horrorizara al espectador, eran 3 cuerpos en efecto, uno de ellos mas grande que los otros dos, casi como si se tratara de una pequeña familia, los tres tumbados, los tres sin vida, los tres parecían flotar en un charco de sangre, su blanco fulgor hacia un contraste tal con la sangre que la naturaleza brutal de la escena se magnificaba, al punto que era casi imposible no caer de rodillas y llorar.
Mas mi cuerpo siguió avanzando hacia los cuerpos, como si alguna fuerza o alguna voluntad ajena a mi estuviera moviéndome hacia adelante y fue esta misma fuerza lo que hizo a mis ojos cruzar miradas con los ojos aparentemente sin vida de uno de los cuerpos mas pequeños, recorriendo su cabeza con rumbo hacia sus ojos pude notar lo que parecía ser un cuerno roto, como si alguien lo hubiese arrancado, al mirarlo a su ojo pude sentir lo que sentía, esa tristeza indescriptible, tan aguda que casi podías sentir como desgarraba tu alma, pero también al mirar pude ver hacia atrás, en sus recuerdos, pude ver a su padre, a su hermano, pude ver como murieron, se lo que paso, y no puedo entender que podría llevar a alguien a cometer tal atrocidad, pero no es mi incapacidad de comprender tus actos lo que te trajo hasta mi, se trata mas bien de un ajuste de cuentas, por así decirlo.

la llamada

Acababa de colgar el teléfono, y al instante, este volvió a sonar, razonable hubiera sido escuchar la voz de quien acababa de despedirse Pero no fue así, se trataba mas bien de una voz distinta, que preguntaba ¿Debería regresar? Una voz tan familiar que podría ser la suya Pero a la vez tan extraña que podría no se la de nadie, ni siquiera una voz, tal vez podría no ser mas que el ruido de estática en la línea. ¿Regresar de donde? Pregunte ¿Regresar como? ¿Regresar a quien? Insistí, regresar repetía la voz, regresar a mi, para luego colgarme. ¿Quien eres? preguntaba nervioso, sabiendo que ya nadie había para contestarme, sabiendo también sin lugar a dudas de que se trataba de mi. O al menos de una de mis partes, de una de las mas enfermas.